Por: Carlos Ardila.
Amado yo, como todos, tú muchas veces te has equivocado, y tu proceder ha sido tanto en contra de Dios, como de otras personas más, pero muy especialmente, en perjuicio de tu propia vida espiritual, y en algunas ocasiones, sintiéndote mal por tus faltas, has manifestado estar arrepentido.
Pero, ¿realmente te has arrepentido? Con relación al arrepentimiento, permíteme indicarte, que este se hace verdaderamente evidente, una vez que quien reconoce sus faltas, cambia de actitud, de mentalidad, y en consecuencia de vida, y el anterior, es precisamente el significado del término arrepentimiento, que implica un cambio de forma, más allá de quedarse solo en la tristeza que alguien siente al saber que sus acciones han sido contrarias a la voluntad de Dios, en este sentido, la Palabra de Dios dice:
«Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento» (Mateo 3:8). Así, de nuevo, el estar alguien verdaderamente arrepentido, le ha de movilizar a producir los frutos de dicho arrepentimiento, reflejados en un cambio de actitud.
Nuevamente, la Palabra de Dios dice:
«Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio» (Hechos 3:19).
Amado yo, ¿realmente te has arrepentido?