Por: Carlos Ardila.
Amado yo, he notado que en virtud de cuestiones diversas, tu expresión facial se torna adusta, y que en razón de algunas circunstancias desfavorables, te llenas de estrés y asumes posturas rígidas y actúas de un modo que te hace antipático a los demás, y ello, desde luego, no solo deteriora tus relaciones interpersonales, sino que además afecta tu ánimo y desmejora tu salud.
Conserva tu buen humor, ríe de tus defectos, y procura corregirlos, sé comprensivo ante los errores de los demás, no te impacientes con ellos, recuerda que son tan falibles como tú, no te llenes de ansiedad frente a la adversidad, ten presente que la preocupación ocupa tu mente, pero no te ofrece soluciones, mantente equilibrado, y sereno, busca alternativas, no te irrites, considera que los demás no son culpables de tus dificultades, sé amable con todos.
La Palabra de Dios dice:
«El corazón alegre constituye buen remedio;
Mas el espíritu triste seca los huesos» (Proverbios 17:22).
«El corazón alegre hermosea el rostro;
Mas por el dolor del corazón el espíritu se abate» (Proverbios 15:13).
Sonríe, sonríe, te sentirás bien y lucirás aún mejor.