Por: Carlos Ardila.
Amado yo, es el aprendizaje toda una aventura, a veces fácil, en ocasiones difícil, pero siempre al final gratificante y productivo. Eventualmente, se posee o se carece de los medios necesarios para ello.
Hay tanto que aprender, y una vez adquirido un determinado saber, hay a la vez tanto que enseñar, se diría que el conocimiento debería comprometernos con la enseñanza.
En general, todos los saberes que podamos adquirir han de resultarnos importantes, y bien que podríamos enseñárselos a los demás.
Amado yo, de entre los saberes que has adquirido, hoy quiero animarte a compartir con alguien más, el saber a mi entender más importante que has podido adquirir, tu conocimiento acerca de la Palabra de Dios, justamente la Palabra de Dios dice:
«Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén» (Mateo 28:18-20).