Por: Carlos Ardila.
Amado yo, disfruta de todo cuanto tienes ahora, sé agradecido, y espera con ilusión lo que deseas recibir.
¿Recuerdas a los diez leprosos que fueron sanados por el Señor Jesús? De entre ellos, para su sorpresa, solo uno regresó a Él para expresarle su gratitud (Lucas 17:12-19). Ciertamente, no se agrada Dios de los ingratos.
¿Te sentirías motivado a servirle de nuevo a quien resulta ser un ingrato? Desde luego, al llevar a cabo alguna acción en favor de alguien más, no hemos de esperar ser recompensados, pero, si no fuese importante expresar nuestra gratitud al ser ayudados por otras personas, o bendecidos por el Señor, ¿nos pediría Él que seamos agradecidos? Su Palabra dice:
«Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús» (I de Tesalonicenses 5:16-18).
Amado yo, sé agradecido, no sea que dejes de ser ayudado por los demás, o bendecido por Dios debido a tu ingratitud.