Por: Carlos Ardila.
Amado yo, ¿sientes que no dispones del tiempo suficiente para hacer todo aquello que deseas? ¿Es tan solo mi impresión, o efectivamente te estresas en razón de ello? Ambas cosas ¿Verdad? La una te conduce a la otra.
¡No puedes pretender hacerlo todo a la vez! O tratar de hacer varias cosas al mismo tiempo, ¿qué tal si estableces un orden de prioridades, y en vez de llenarte de angustia, le das a cada cosa su espacio y su lugar?
Comienza por lo necesario, es decir, por aquello que es indispensable hacer para un determinado fin, luego ocúpate de lo importante, a saber, de lo que para ti tiene una carga de valor, pero que finalmente no es ni necesario ni urgente y puede esperar, después, considera lo urgente, o sea, aquello que es necesario, pero que además no da espera y debe ser hecho o solucionado con toda celeridad.
No te llenes de estrés, prioriza la atención de tus responsabilidades, y optimiza el uso de tu tiempo, y así, te sentirás mejor.
La Palabra de Dios dice:
«Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora» (Eclesiastés 3:1).