Por; Carlos Ardila.
Amado yo, así como debe un soldado estar vigilante, a fin de evitar ser emboscado por el enemigo, debemos tú y yo estar siempre atentos al ataque continuo de nuestro enemigo, el diablo.
Astucia y persistencia, caracterizan a nuestro enemigo, quien una y otra vez intentará atacarnos, procurando hallarnos distraídos y en consecuencia vulnerables.
La Palabra de Dios dice:
«Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario, el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar» (I de Pedro 5:8).
«Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil» (Mateo 26:41).
«Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes» (Efesios 6:10-12).
¡No bajemos la guardia!