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Por: Carlos Ardila.
Amado yo, te has preguntado: ¿Qué busca un hombre al escalar una alta e inclinada montaña nevada, poniendo en riesgo su vida? Una satisfacción quizás para el resto vana. ¿Qué intenta probar con ello? ¿A quién desea demostrarle que es capaz de conquistar su cima? ¿Talvez tan solo a sí mismo?
Ahora, ¿te has propuesto metas que por su dificultad se asemejan a encumbrados montes a los que deseas ascender?
¿Cuáles son tus planes para el futuro? ¿Cumpliste ya tus sueños, o sintiéndote impotente, desististe ya de ir en procura de ellos?
Ven, no te rindas, ponle alas a tu anhelo, vuela alto y sube a la cúspide de la esperanza, esfuérzate y confía en Dios, quien siempre nos ayuda en todas las cosas; su Palabra dice:
«Pon en manos del Señor todas tus obras, y tus proyectos se cumplirán» (Proverbios 16:3 NVI), y te irá bien.
